Groenlandia (Agosto 2015)

Groenlandia apareció en el mapa mientras buscaba donde huir del tórrido agosto albaceteño.
¡Tan lejos...!!! ¿Dónde queda?  ¡allí solo hay nieve! ¿pasar frio en verano...? ¡¡y los osos!!....fueron los comentarios habituales que tuve que escuchar....
Lo que me motivó para decidirme por esta inmensa isla blanca fue poder caminar sus pocos caminos. 
Pisar senderos entre abedules de unos centímetros y recoger arándanos al paso, sin prisa. 
Navegar fiordos que serpentean abrazando montañas. Remar entre enormes icebergs a la deriva. Conocer y comprobar la dureza de vivir al límite del pueblo inuit a pesar de sus casitas de colores y su majestuosa naturaleza.

Para llegar, dos días de viaje con  escala en Copenhague.
Hace una tarde soleada que la gente aprovecha para llenar las terrazas en el canal de Nyhavn.
Doy un largo paseo buscando  a "la sirenita". 
Aún no conozco a mis compañeros de viaje.


Un horizonte blanco a la vista, por fin Groenlandia. El islandis es una inmensa masa de hielo que aplasta la isla. Solamente la costa se libera del peso algunos meses al año. Los glaciares se derraman sobre el mar. Impresiona su grandiosidad y desolación.

Aterrizamos al sur en la provincia de Kujalleq, junto a la costa, entre un sinfín de islas y fiordos. El destartalado aeropuerto de Narsarsuaq, antigua base militar americana, se llena de una tropa colorida. Petates, mochilas, botas y ganas de disfrutar. Ya estamos al completo: doce compañeros para quince días.
 
Navegamos al otro lado del Eriksfjord hasta la pequeña comunidad de Qassiarsuk. El albergue  Leif Eriksson es la base de operaciones de "Tierras Polares".
Carmen será nuestra guía y Thor, un joven islandés será su ayudante. Nos dan la bienvenida y la información necesaria para los días que nos aguardan. Las normas de convivencia, transporte, porteo, climatología adversa, posibles imprevistos..., me hacen pensar que será un viaje exigente...
¡¡¡Ya veremos!!!
Sobre la colina, detrás del albergue, una extraña figura. El "Inuksuk" es un hito de piedras que puede servir como orientación y ayuda a la navegación.
Entre las desperdigadas  granjas y casas quedan vestigios de población inuit y vikinga.
Damos un agradable paseo que nos acerca a su cultura. Son numerosas las leyendas y costumbres de ambos pueblos.
Los inuit supieron amoldarse a los ritmos de la naturaleza para sobrevivir.
Los vikingos apenas se mantuvieron con vida unas generaciones al querer dominarla.
La estatua de un guerrero  vikingo, Leif Eriksson, vigila el Eriksfiord, llamado así en honor a su padre, Erik el Rojo. Habitaron la isla entre el siglo X y XV en que, según se cree, una pequeña glaciación propició el fin de sus asentamientos.


La pequeña iglesia del pueblo de estilo nórdico. Al fondo la reconstrucción de una cabaña vikinga y la primera iglesia cristiana. En la zona queda, bastante deteriorado, un "iglú" (casa) construido con piedras, bloques de turba y troncos arrastrados por las corrientes. La entrada es un túnel largo y estrecho, por debajo del nivel del suelo, para conservar el calor interior y protegerse de los animales. Algunas familias convivían en el pequeño recinto. Para ver y calentarse solamente disponían de unas lamparillas de grasa animal que debieron dar "mucho juego" en las interminables noches invernales.
Amanece muy temprano. Aprovecho el insomnio para dar una vuelta por los alrededores. Unos pajarillos (collalba gris) se acercan al albergue en busca de comida fácil.

Salimos camino del primer campamento. Avistamos el glaciar Qooroq, con un frente de icebergs muy activo.  Después de un brindis con hielo milenario, disfrutamos el primer contacto con los gigantes azules.






Llegamos a la pequeña ensenada de Itilleq para comenzar una ruta a pie de unos 4km, "el camino de los reyes" hasta el pueblo de Igaliku. Subimos un collado entre algunas granjas, ovejas, pastos verdes y rojos. Aparentemente no hay árboles, apenas sobresalen algunas formaciones de abedules con aspecto de matorral. La adaptación al clima extremo hace que la mayoría de las veces apenas tengan unos centímetros. Aquí son altos. En un vallado hay plantado, desde no hace muchos años, un bosque de pino silvestre de varios cientos de ejemplares, uno por cada niño que nace.


Desde el collado se ve un minúsculo pueblo diseminado entre prados. Hay un bar (cerrado), escuela, iglesia, puerto, helipuerto y las ruinas de la antigua diócesis de Gardar, de época vikinga.
Después de la habitual comida con ensalada variada, paté, queso, embutidos, chocolate, galletas y un "té del amor" con ingredientes secretos (que nos reanimará  durante todo el viaje), una buena siesta y bajamos al pueblo.

La tranquilidad es absoluta. En un campo de futbol juegan varios niños y un tractor rompe el silencio  segando el heno. Volvemos por el mismo camino para continuar navegando hasta el primer campamento.
Sobre una colina de arena, en un balcón sobre el fiordo de Qaleraliq, se asienta el campamento fijo en el que nos alojaremos tres días. Practicamos el verbo "petatear" (transportar el equipaje al campamento). La luz del atardecer envuelve en una atmósfera especial los tres glaciares que hasta hace poco eran uno solo adentrándose en el fiordo.
Unos días antes de nuestra llegada un fuerte temporal se llevó algunas de las tiendas y desmanteló la enorme estructura del domo que servía de zona común. Con suerte parece que tendremos una ventana de buen tiempo.
Nos repartimos en dos amplios domos con literas.
Las comidas las haremos en otro que sirve de cocina-comedor, bien apretados para entrar en calor.
Al anochecer la temperatura baja en picado. Nos abrigamos para esperar al raso la aparición de posibles auroras boreales.
Un fenómeno espectacular que superó mis expectativas. Aún antes de oscurecer empezó el baile de luces verdes, ondulantes, con toques púrpura y violáceos, cruzando el cielo, reflejándose en las tranquilas aguas del fiordo, iluminando el horizonte y nuestros sueños.
Menos mal que algunos de mis compañeros supieron captar la belleza del momento con más acierto que yo.....¡no conseguí enfocar ninguna,...aunque las tengo grabadas con hielo en la memoria! El frio y el cansancio me empujaron al saco muy a mi pesar.
Durante la noche, en la distancia, se podía oír el estruendo y crujido del hielo en los glaciares. Amanece un día espectacular.

Pasaremos parte del día de ruta. Ascendemos un riachuelo entre arena y cantos rodados hasta un inmenso lago.

El algodón ártico crece en las zonas encharcadas. Se deja mecer al viento y lo aprovecha para diseminar sus semillas.

Otro habitante adaptado al frio, el escribano nival.
Al ascender el circo de grava encontramos una planicie y el lago. Hace calor y algunos nos "refrescamos" un poco. ¡Entrar y salir del agua....lo justico!
Después del baño seguimos ascendiendo hasta el borde del fiordo Qaleraliq. El paisaje se presenta solo, sin comentarios!!

Encontramos el sitio perfecto para el almuerzo y la siesta, ¡si no fuera por los mosquitos!



De vuelta al campamento queda una larga tarde para recorrer la playa frente a los glaciares.

Engañamos el frio de la noche entre charlas y bromas. Esperamos auroras que nunca llegan.
Estamos de suerte, hace un buen día para caminar sobre el glaciar.

Clase práctica de crampones...
El paseo sobre el hielo es fácil y cómodo. Lo celebramos con wisky muy viejo! Se nos hizo muy corto.


Los cambios de temperatura son brutales. Bajo el sol de mediodía se derrite el hielo y los viajeros!!

Navegamos junto a los glaciares, alejándonos lo suficiente, aunque no fuimos testigos de ningún desprendimiento importante.
La superficie, totalmente en calma, resulta engañosa. El glaciar se funde desaguando ríos  que fluyen bajo el hielo, formando remolinos. El frio hace muy productivo este ecosistema y alimenta una enorme cantidad de gaviotas de diferentes especies.





Otra tarde de paseo. Con marea baja los pequeños icebergs se quedan varados.

De casualidad encuentro una de las pocas orquídeas que crecen en estas latitudes.
Y también por casualidad, en un pequeño iceberg, otro misterioso regalo de la naturaleza, cristales de hielo, hojas y flores imposibles.




Otra fría y espectacular sesión de auroras para despedirnos.....

Esperamos la lancha al sol con un poco de yoga para amenizar el tiempo. Dos largas horas admirando glaciares.....quien se queja?
....gracias a este simpático y cantarín lugareño, Ayo.

En Narsaq tenemos un sencillo albergue sólo para nosotros. Aprovechamos para hacer la colada, cargar baterías y sobre todo disfrutamos la ducha caliente, cena de restaurante, salida nocturna y un colchón!!
Es un pueblo colorido, grande y triste. Ya nos hemos acostumbrado a la sensación de soledad que pasea entre las casas.
Nos colamos en la iglesia. Es una acogedora tarta de nata.
Los icebergs inundan la bahía al final del verano. ¡¡Quién tuviera uno en el jardín!!


Dejamos pasar el rato en el puerto. Hace días que no tengo necesidad de mirar el reloj. El tiempo se estira, el día se llena de paisajes, caras diferentes, paseos, conversaciones, risas y bromas.....

Las tardes son largas, aunque sentimos como se acortan los días. Estiramos las piernas subiendo la colina detras del pueblo. Unos 300m. coronados de montículos de piedras, como centinelas en la bahía de hielo. Durante las travesías en lancha se observan numerosos hitos en lo alto de las montañas.


Mientras tanto, por la tarde, han llegado al puerto los cazadores con varias focas. Aprovechan la carne y la piel dejando en la orilla los despojos para las gaviotas. Resulta un espectáculo desagradable pero comprensible. Autosuficiencia inuit.


El pescado y los niños cuelgan de las paredes....

Cenamos en un restaurante peculiar con vistas excepcionales!!!
Foto de grupo después de cargar la lancha. Salimos hacia el segundo campamento en la isla de Uunartoq.

A pesar de la velocidad y el viento helado, Ayo no paró de cantar canciones inuit y otras muchas, con ayuda vasca!!! Será un día especial!!!
Nos cruzamos con un numeroso grupo de focas. Apenas veremos animales. Algún zorro y ninguna ballena...:(

Navegamos hacia mar abierto bordeando islas. Está en calma y no hay viento. Agua y hielo tienen un brillo aceitoso, denso y suave.
Disfrutamos los ratos de navegación en silencio, intentando asimilar tanta belleza.
A mediodía desembarcamos en una pequeña población, Saarloq. Antes de comer tenemos tiempo de pasear entre las desperdigadas casas, sin ninguna posibilidad de orden . Las rocas imponen el suyo propio.
En el puerto quedan restos de la última cacería.

El pueblo tiene un aire auténtico, sin apenas rastro del progreso y sus consecuencias. El silencio nos acompaña.






A pesar del buen tiempo no se ve apenas gente. Sin embargo los perros son muy sociables.
Ayo nos deja en una pequeña isla, Uunartoq.  Antes de partir, un intercambio cultural futbolero!!

Será una acampada corta pero intensa. La isla, la playa, la piscina termal son nuestras durante un día.


En la actualidad solamente una familia pasa el verano en la pequeña cabaña verde que será nuestro acogedor comedor. Hoy no están en casa. Fue una pena no poder compartirlo con ellos. Antes de la cena nos encaminamos hacia el manantial de agua termal.

Fue uno de los mejores momentos del viaje. Nos relajamos a gusto en el agua caliente. Las burbujas y "epicentros" pusieron la nota divertida. En un arranque de inconsciencia....algunos bajamos hasta el fiordo para refrescarnos un poco. ¡Podríamos habernos quedado otro día más tan a gusto!


De vuelta al campamento el sol nos ofrece un regalo inesperado. No será el único...:)






El baño de la tarde supo a poco. ¿Nos vemos en el manantial antes del amanecer?... ¡¡... no fui la primera en llegar!!!!

Otro momento para recordar...inolvidable!!
Desmontamos el campamento de la playa. Hace frio. La niebla empieza a invadir la bahía. Una mañana preciosa.
Compañeras de tienda.
Hacemos un corto trayecto en lancha a Tasiusak. Desde allí, una ruta de medio día entre lagos junto al fiordo Tasermiut.
La niebla crea efectos de tenue arco iris. Durante los ratos de navegación buscamos el rastro de las ballenas, resoplando entre los iceberg que nos vamos encontrando. No hay suerte.



Revisando la ruta en Tasiusaq. Hace unos 140 años, durante un invierno especialmente duro, murieron de hambre todos sus habitantes. Así los encontraron cuando el hielo dejo el paso libre.
En el tranquilo pueblo las niñas se entretienen saltando en la cama elástica. Paran sus juegos para observarnos. Son muy tímidas y sonrientes.




Recorremos un sendero bordeando un fiordo, una extensa granja y el lago Tasersuaq hasta su desembocadura en el fiordo Tasermiut.



Al final del recorrido, casi en ninguna parte, una casa roja sirve de campamento de verano. Las niñas se sorprenden divertidas al vernos llegar. Cargamos las tiendas para pasar la noche.
En la zona llaman la atención numerosos enterramientos inuits.

No hay necesidad de montar las tiendas. La cabaña es espaciosa aunque hoy no habrá baño!!  
Acampamos en la sala, todo son ventanas. Otro lujo...con vistas!
Cervezas, risas, y el dibujo de Elisa para recordar nuestro paso.

"Petateando" de nuevo.


El nuevo campamento queda muy cerca, en el mismo fiordo Tasermiut. Es de los más impresionantes del sur de Groenlandia. La niebla no nos deja apreciarlo todavía.

Cuando despeja se pueden ver las verticales paredes de granito del Ulamertorsuaq.
Por su izquierda, otro valle y el Ketil al fondo, superando los 2000m. el más alto de la zona.
Y entre los dos, al fondo, otra mole impresionante, Nulamertorssuaq. En los días sucesivos nos acercaremos a sus bases.
La marea está baja. Pasamos la mañana paseando y recolectando mejillones en la playa.

Algunos prueban suerte con la pesca.....hoy no pican....
Ascendemos la ladera sobre el campamento y disfrutamos la tarde, a pesar de las insistentes moscas, pequeñísimas y peleonas!!
El imponente pico Ketil, un poco mas cerca. El otoño ronda ya por estas latitudes.


En la puerta de la tienda apareció un "tupilak" para proteger el campamento. Es obra de Elisa con todo tipo de materiales. Le apodamos "Pantumaliq"

En la cena, de aperitivo, un cubo de mejillones frescos.

La luna llena hace un corto recorrido sobre el horizonte antes de esconderse. Su luz no impidió que disfrutásemos otra noche con las mágicas luces del norte.
La primera ruta nos acerca al macizo de Nulamertorsuaq







No hay otra forma de cruzar el torrente helado más que por este inestable puente.
Nada que hacer....y  que mejor que dedicar lo que queda del día a la contemplación.

...y de paso llenar un cuenco de deliciosos arándanos!!!

Hoy nos espera otra subida entre enormes rocas desprendidas del Ulamertorsuaq. La niebla se aferra al fiordo haciéndolo todavía más espectacular y misterioso.


Después del té, la siesta....

Un pequeño zorro ártico nos visita para aprovechar los restos de mejillones. Tiene los cachorros en la guarida cerca del campamento. En invierno volverá a ser blanco.
Han pasado tres días. Levantamos el campamento con cierta nostalgia. El día nublado no ayuda demasiado. Antes de abandonar el fiordo Tasermiut navegamos hasta el glaciar que poco a poco le ha dado forma. Hasta hace unos años, una pared de hielo de casi 1400m. caía vertical sobre el agua. Hoy parece un espejo.

La simetría domina el paisaje. Dos "nunatak" (isla de roca sobre el islandis) han quedado al descubierto con el deshielo.
Una vez que las rocas se liberan de la capa blanca, la piedra oscura se recalienta y se acelera el proceso de retroceso en el glaciar. Enormes cascadas y bloques de hielo no nos dejan acercarnos demasiado y desembarcamos con precaución en la orilla.  Es  el broche perfecto para la estancia en  Tasermiut.
Después de unos 70km. de recorrido por el fiordo desembarcamos en Nanortaliq. Es un pueblo grande si se compara con los que ya conocemos. Hay  supermercado, restaurantes, museo, café, y otros servicios. Pero en este día gris, las coloridas casas no consiguen dar alegría a las calles.

Es el lugar donde más vecinos vemos. Aquí la vida no tiene prisa.
Gaviota hiperbórea.
Escribano nival.
Socializando con dos simpáticas chiquillas y sus mascotas.


El faro a la entrada del puerto sirve de columpio a los niños más atrevidos.
Y a otros menos niños....



En las afueras, el barrio del silencio.

Visitamos el museo etnográfico que aprovecha diferentes casas y almacenes antiguos. Sigue lloviendo.

Con los intestinos y otras vísceras se fabricaban los trajes impermeables para navegar en los ligeros kayaks. La vida de los cazadores dependía del esmero y eficiencia de las mujeres en la confección de la ropa.
El  "ulu" es el cuchillo tradicional de mujer para acondicionar pieles y diversos usos.
Amuletos de marfil para la caza.
Los pueblos nórdicos han influido en la evolución del traje inuit tradicional desde el siglo XVIII. Telas estampadas, encajes, cuentas de colores y piel de foca se combinan para hacer unos
cómodos vestidos femeninos.

Imposible imaginar como eran capaces de ganarle la batalla a estas colosales ballenas.

No es fácil permanecer seco en estos trastos....hay que practicar desde pequeños....

Nuestro albergue, frente a la gasolinera. Sigue lloviendo.

Nos trasladamos  a Qaqortoq. De camino paramos a comer en otro pequeño asentamiento. Y sigue lloviendo.



Una original forma de dormir la siesta en la lancha.
De paso en Qaqortoq.

La basura se acumula en el puerto. Me pregunto que hacen con ella....
Una artista local ha tallado en la roca la cara más amable de su pueblo.



De vuelta a Qassiarsuk en el Eriksfjord. El viaje es largo. No me canso de mirar

Pasaremos aquí dos días, los últimos. Recorremos el "valle de las flores". La ruta asciende por un valle glaciar. Después de un fuerte repecho se suceden  pequeños lagos antes de avistarlo a nuestros pies.







La recompensa es mayor que el esfuerzo.



Hoy caminaremos hasta el fiordo Sermilik, siguiendo un laberinto de senderos entre lagos, colinas y pastos. Hay ovejas desperdigadas en pequeños grupos. Después de 8km. nos secamos en una cabaña en la granja de Tasiusaq.  No ha parado de llover.
Pigargo.




Escribano lapón.
Pradera de adelfillas (epilobium angustifolium)
Tenemos previsto navegar en kajak por esta bahía, si el tiempo lo permite.
A pesar de la lluvia nos animamos...
Hubiera sido mejor al sol, pero no podemos escoger. El clima no nos da tregua. La lluvia y el agua helada no nos dejan disfrutar a gusto de esta experiencia. A pesar de todo hubo ratos divertidos y conseguimos salir airosos de la prueba.


Nos vamos....o por lo menos eso creemos....
El vuelo a Islandia despega sin problemas y en el se marchan dos compañeros.
Los demás nos quedamos atrapados en una tormenta de lluvia y viento un día más.
Un día de incomodidad e incertidumbre en buena compañía.
Espero volver a compartir buenos ratos con todos en cualquier parte. Gracias a Esteban, Paco, Charo, Rosa, María, Maider, Elisa, Ricardo, Carlos, Carmen, Igor, Santiago y Thor.
¡¡Aún queda mucho mundo por recorrer......IMMAKAA!!