Islandia (Agosto 2011)

Aquel verano, Islandia fue un descubrimiento. Esperaba paisajes  espectaculares, glaciares, volcanes, aves, fauna marina y mucho frio. Me sorprendió su calma y grandiosidad. La tierra recién formada, apenas trasformada por el hombre, por ahora.....
Comenzamos la vuelta a la isla desde Reykiavik en dirección sur-este.
Tomamos el ferry hasta el archipiélago de las Vestman. De las 15 islas de origen volcánico solo una está habitada, Heimaey. En 1973 sufrió una gran erupción que dejó arrasado gran parte del pueblo y la población de unos 4.000 habitantes tuvo que ser evacuada. La  principal actividad, la pesca y su industria, tiene el mayor puerto en el sur de Islandia, que  vió peligrar su acceso por el curso de la lava, lo que añadió una gran superficie a la isla.
Por los acantilados, en busca del frailecillo atlántico ( Fratercula ártica)




Subida al volcán Eldfell.
El nuevo terreno ganado al mar recorta las praderas.
De vuelta en la isla principal visitamos el llamado Círculo de Oro, con tres monumentos naturales que son de obligada visita en el sur.
Thingvellir, el lugar donde tradicionalmente se reunía el parlamento Islandés. Hace más de 1000 años que los clanes vikingos resolvían sus problemas, hablando, al pie del acantilado, junto a la falla que separa Europa de América y divide Islandia de norte a sur, separándola de forma lenta pero constante.
 No muy lejos queda el "Geyser" que dio su nombre a ese fenómeno volcánico, hoy día inactivo por culpa del maltrato turístico durante años. Alcanzaba unos 100m. Ahora el mas vistoso de la zona es el Strokkur, de unos 20m de altura.
 El agua hirviente palpita hasta crear una burbuja azul que explota a intervalos regulares de unos 5 minutos.


Gulfoss es una de las mayores cascadas de la zona.
El inmenso caudal se precipita creando nubes de bruma y sobrecogedor estruendo.

Camino a la granja donde nos alojamos en Storamor  disfrutamos a solas  la cascada de Seljalandsfoss, una columna de agua que se puede rodear totalmente por detrás.
Skogafos es la cascada más conocida de Islandia, el final de un largo rosario de más de 20  menos conocidas a lo largo del rio Skogar que nace entre dos inmensos volcanes cubiertos de hielo.

Es posible acercarse a la base, a pesar del remojón,
para contemplar un increíble arcoíris a ras de suelo.

La carretera es un espectáculo interminable.
El hielo y las montañas  de colores se derraman hacia el mar.
Cabo de Dyrhholaey cerca de Vik.


Hacia el interior líquenes verdes tapizan una cadena de pequeños volcanes, Lakagigar. El día neblinoso envuelve los senderos de misterio. No hay nadie a la vista y disfrutamos la soledad del lugar.

Aseo a prueba de nevadas.
Después de varios días por la costa sur atravesamos  llanuras inundadas por el deshielo. Es posible ver la fuerza de los ríos de lodo y piedras tras las erupciones que derriten los glaciares. Las carreteras desaparecen y los puentes  de acero se retuercen como el papel.

 Ascendemos un sendero que nos acerca al  glaciar Skaftafell , un inmenso rio de helado que desciende del volcán cubierto de hielo perpetuo más grande de Islandia, el Vatnajökull. Caminamos rodeados de un singular bosque de sauces enanos de apenas unos centímetros de altura. Es  la forma que tienen las plantas para protegerse del viento y el clima extremo.
Sauce lanudo ( salix lanata)
Una perfecta cascada de basalto, Svartifoss. 

 El glaciar se derrite y arrastra sedimentos formando una interminable llanura que muere en el mar.

 Las montañas llenan la vista y el espíritu.
 Otro de los grandes, aún por el sur, el glaciar Jokulsarlon forma una morrena de rocas que retiene el agua  antes de llegar al mar. Aquí navegan hasta desaparecer icebergs turquesa teñidos de lava.



Navegamos entre gigantes tranquilos que "bailan" girando impredecibles, acompañados por una lancha que vigila atentamente, dispuesta a rescatar al instante a cualquiera que caiga al agua helada.








 Otra noche y otra granja cerca de Höfn. Los alojamientos son sencillos y acogedores. En todos ellos se dispone de cocina para uso del grupo. La escasa población no facilita encontrar locales para comer y es necesario llevar la intendencia prevista.
 Por la tarde, después de un baño termal en el pueblo,  ya de vuelta a la granja, una rueda sale volando por su cuenta.....algún ángel ha sujetado la furgo!!  Nos hemos librado por muy poco!!


 Nos dirigimos al este, una zona de fiordos poco transitada. Aquí no llega casi nadie y se nota. El camino serpentea por la montaña, bajando por la ladera que el glaciar erosionó pacientemente, entre numerosos lagos y cascadas que desembocan en Mjoifjordur, un secreto bien guardado....
 Después de todo el día en la carretera decido llegar andando al alojamiento. Se ve a lo lejos el grupo de casas. El aire limpio engaña y hay más distancia de lo que parece. El camino bordea el fiordo en incontables revueltas. Ni un vehículo. Se hace de noche y las temperaturas bajan de golpe. Llego casi sin luz al albergue. Una tarde intensa y apacible que  aún disfruto al recordar.

El ostrero rastrea las playas buscando alimento, levantando conchas y hurgando entre las piedras.
Archibebe común.
El tiempo se detuvo en la ventana.


 El lugar podría confundirse con una estación científica perdida en la Antártida. 

 Ya en el norte nos acercamos hasta la cascada de Dettifoss, un día gris y brumoso, con la mala suerte de encontrar cerrado el lugar para rodar una película. A cambio de no ver nada nos regalan un CD con fotos....esto es lo que vimos....
 y esto es lo que nos perdimos......
 Hljodaklettar es un sueño de basalto. Formaciones de lava imposibles crecen y se retuercen.


 Las piedras nos vigilan un tanto socarronas...mejor no ponerse debajo....

 Asbyrgi es una extraña formación volcánica en herradura, una laguna esmeralda y
el mayor bosque de abedules que crece por aquí de forma natural.
El alojamiento en Kópasker, pequeño pueblo al norte, junto al mar, en una tranquila bahía.
 El charran ártico defiende su nido lanzandose en vuelos rasantes sobre nuestras cabezas mientras paseamos hasta el faro.


 Aprovechamiento de la energía geotérmica en Namfjall.


 Los minerales que contienen las aguas termales precipitan formando una capa blanca impermeable sobre las rocas volcánicas, dando un tono azulado lechoso al agua. Todo un descubrimiento para disfrutar del baño reutilizando el agua caliente que la central geotérmica deja escapar. El calor residual no se desperdicia.

 Albergue en el lago Myvatn




 Subimos (escalamos) el cráter apagado del volcán Hverfjall.


 El guía nos contagia su entusiasmo por la isla. Conoce pequeñas "perlas" escondidas, como gusta llamar a algunos lugares que ha ido descubriendo en los muchos años que lleva trabajando por aquí.
 Husabik, un pequeño pueblo desde donde parten los barcos en busca  de ballenas.
Las colinas se pintan de azul con el altramuz de Alaska (lupinus nootkatensis), una planta  leguminosa introducida en el siglo XIX para crear suelo y enriquecerlo pero que como buena invasora altera el ecosistema y amenaza especies autóctonas. Aún así resulta bonita.


Una ballena Monke  de unos 11m. fue el único avistamiento del día.
Y algunos frailecillos...
Camino al oeste una parada en Glaumbaer, una granja museo reconstruida con paredes de turba y techo de hierba.
Perfectamente conservada con mobiliario y enseres auténticos, parecería que sus dueños están a punto de entrar por la puerta.

Una parada en la península de Snaefells. La pirámide del Kirkjufell
se asoma al fiordo Grundarfjordur junto a la playa.

El viento nos impide realizar una ruta bordeando la costa. El plan B es el volcán Eldbor, poco llamativo aunque rodeado de praderas de algodón ártico y envuelto en nubes de tormenta.
 Los caballos islandeses, muy protegidos, tienen  prohibido el regreso a la isla una vez que han viajado fuera.


Terminamos la vuelta a la isla.
Nos reservamos para el final la visita mas esperada, Landmannaaugar.

No es fácil describir las formas y colores que viste esta tierra. Mejor verlo, sin más!







Al final de horas de caminos polvorientos, cruzando ríos glaciares y llanuras de lava, avistamos el refugio y campamento en una zona volcánica activa.
No decepcionan las montañas pintadas, las fumarolas y el ambiente, auténtico!  











Después de la caminata no perdonamos el baño. Un lujo!





No hay quien se resista a fotografiar este espectáculo natural....con las prisas la furgo queda cerrada y en marcha.....

Nada hay imposible, si no se abre por las buenas será por las malas.
Alguien tiene que colarse por una ventana.....!me tocó!

Reykjavik es pequeña, acogedora y cómoda.
La catedral se inspira en las formaciones de basalto tan abundantes por todo el país. 

Sala de conciertos y congresos Harpa Reykiavik, moderna y luminosa junto al mar.

Solo queda probar el volcán de bizcocho de  chocolate, fresa y nata, si sois capaces de traducirla. 
¡¡Buen provecho!!!
Me prometí volver a pisar los caminos de lava, los ríos helados y subir algunas de sus montañas...está hecho!!