Costa Rica IV, P.N. Manuel Antonio (julio 2012)

En el camino entre Monteverde y la costa del Pacífico,
hacemos una parada impresionante.
Decenas de enormes cocodrilos sestean debajo de un puente en la carretera.
La naturaleza convive con el tráfico pesado.
Por debajo unos y otros pelean por sobrevivir.
Otra parada en un pequeño parque, el de Carara.
Poco conocido pero que tambien tiene sus joyitas.
Nido de abejas,
y una columna de hormigas cortadoras,
muy agresivas si interrumpes su paso.
Las plantas trepadoras colonizan los árboles.
Así es al principio, un suave abrazo.
Y así termina... la planta parásita rodea el hueco que dejó el árbol muerto.
Una minúscula ranita verde y negra (4cm.)
utilizada para envenenar flechas.
Llegamos a la costa, un complejo hotelero integrado en el bosque, Punta Leona.

Atajo para volver al hotel, de playa en playa...subiendo la marea.

Pasamos el día siguiente en el P.N. Manuel Antonio.
Es una jornada tranquila de playa,
pero los rateros de cuatro patas patrullan por todas partes
y no desperdician la ocasión para llevarse cualquier cosa.
Coatí y mapaches cangrejeros.

Los monos capuchinos o de cara blanca son rápidos y agresivos,
expertos en quitar bolsas y enseres a los turistas despistados.
Hay que hacer guardia y atar las mochilas a los árboles.

La sorpresa del día.
Una ballena jorobada, ¿con una cría?, se pasea por la bahía toda la mañana.
Miden unos 15 ó 16 m.

Se mueve de un lado a otro, al final da tres enormes saltos fuera del agua.
Saca las aletas, golpea el agua y se marcha.
Fue un rato inolvidable.



También hay otros animalillos menos amistosos,
 pero no tenemos el gusto de verlos.

De vuelta, una bandada de guacamayos.

Aún queda un último baño.
La mariposa Morfo en el mariposario del hotel.
Resulta impresionante con las alas azules desplegadas.
Las plantas "ornamentales" trepan,
 inmensas, por los árboles.

Los monos vigilan desde el tejado del comedor
y asaltan las mesas del desayuno.
No son los únicos, los coatis y mapaches
se atreven a pasear entre las sillas.

Un armadillo come distraido  
en el jardín, casi como un conejo.
Parece torpe y pesado pero corre rápidamente al sentirse sorprendido.


Pasamos la última mañana en San José.




El museo del oro aún conserva innumerables tesoros,
salvados de milagro de la codicia del pasado.



Sólo han sido 15 días y 4 espacios naturales,
 una pequeñísima muestra de lo que ofrece este pequeño y verde pais!
¡Pura vida!