Costa Rica I, P.N. deTortuguero (julio 2012)

Desde el verano pasado, a mediados de julio, el verde paisaje de Costa Rica espera que lo ordene, con mucha dificultad, pues no es posible dejar de compartir tanta belleza, y buenos ratos con los compañeros del aula de naturaleza.
El primer destino, Parque Nacional de Tortuguero, en la costa nordeste del país, bañado por el mar Caribe.
 Despues de hacer noche en la capital, San José, hacemos una parada para ver el durísimo trabajo en una plantación "mecanizada" de bananas.

 Tomamos el único medio de transporte para entrar al parque y llegar al alojamiento.
Un largo viaje, creo que más de una hora, disfrutando del "infierno verde"
 Hay chalecos salvavidas....pero mejor no tener que probarlos.
Podremos comprobar que no estamos solos.

 Pasamos por delante del pueblo de Tortuguero, a unos 30 minutos andando del hotel.
 Nada más llegar nos acercamos al mar caribe, gris y embravecido, como estará todo el tiempo durante nuestra estancia.

 No para de llover, se nos cae el cielo encima.

Por el camino al pueblo, vemos el primer perezoso. Suelen estar en la misma especie de árbol, una cecropia, su preferido para comer. Así es más fácil de localizar.

Alguien ha hecho una tortuga de arena, de las que vienen por la noche a poner sus huevos. Son enormes tortugas laud.



 El hotel está situado en una barra de arena, entre el mar Caribe y un anchísimo canal de agua, donde vierten numerosos rios.

 Por la noche, el ruido del agua sobre los tejados no deja dormir.
Tememos que se inunde la zona.

Los habitantes autoctonos tambien tienen problemas en casa.
 El pueblo se estira a lo largo de una calle principal, colorido y tranquilo.
No hay coches!

 La naturaleza provee, pero casi todo debe llegar de fuera.



 Junto a la escuela, los carteles conciencian a la población para proteger los nidos.

La única manera de visitar el parque es en lancha, por el rio y los numerosos canales artificiales, habiertos en su día para explotar y expoliar la riqueza de la selva.
A pesar de la lluvia, tenemos la suerte de ver aves, monos, iguanas, caimanes...


Mono araña con una cría a la espalda.
La lluvia torrencial de vez en cuando nos da un respiro.
Garza tigre y garza azul.
 El rio se funde con el mar.
Los pescadores, a pié, aprovechan la confusión. 
  Dos zopilotes, parecidos a buitres, se acurrucan para protegerse de la lluvia.
Al tucan parece no importarle el agua.
 Frutos del árbol del pan, del tamaño de un melón.


Un caimán entre las raices de la orilla en un estrecho canal.
 Iguana de más de un metro, indiferente a nuestro paso.
 De vuelta del paseo en barca, volvemos al hotel andando por la playa.
Es la única manera de caminar un poco, pues la selva no permite aventuras.




 Contratamos una excursión nocturna para ver la puesta de las tortugas.
El cielo se abrió para dejar caer una manta de agua y rayos que nos pusieron los pelos de punta, iluminando la dura tarea de ellas y nuestro caminar a tientas por la playa, para no molestarlas.
En fila india, en silencio y con los pies comidos a mordiscos por las hormigas "asesinas", que sin querer pisábamos, vivimos el ritual emocionante de las tortugas, ahora protegidas, y que a pesar de todo, unos "delincuentes" borrachos aprovecharon su torpeza para matar a una de ellas, decapitandola por diversión.

La tormenta tropical nos acompaña durante toda nuestra estancia,
 aliviando el calor y dando espectáculo.
 Dejamos la costa caribeña y nos vamos camino del Parque Nacional del Volcan Arenal, hacia el centro del país.