En trineo por Finlandia (Abril 2015)

Finales de marzo, 65º Norte.
Me gusta el frio, el blanco, el silencio.....
Lo buscaba cuando me decidí por este viaje diferente.
Conocí a mis cuatro compañeros en el aeropuerto de Madrid.
Todos estábamos nerviosos ante lo que nos esperaba.
Es posible que el viaje se nos quedase grande....?
Aterrizamos en Kuusamo, vía Helsinki. Hacia el sur, la carretera estaba enterrada bajo la nieve.
Una hora en coche atravesando la taiga y llegamos al centro de operaciones de la empresa Norwide.
Tierras Polares promueve el viaje. 
Rutas en trineo de perros, moto nieve, esquí de fondo, de travesía, raquetas,
kayak, senderismo y todo lo que la naturaleza del lugar permite, se practica aquí.
Estamos en el centro-este de Finlandia,
junto a la frontera rusa, en el parque nacional de Hossa.
Al llegar conocemos a Jéremy, el joven guía francés que nos conducirá por un laberinto de lagos helados, bosques, colinas y senderos blancos por trazar. Estaremos subidos a un trineo 6 días, alejados de todo rastro de civilización, aunque solo en apariencia.  A través del teléfono estaremos bajo la supervisión de todo un equipo de profesionales del frío.
El día  nos recibe gris, no hace viento y nieva suavemente.
Frente al complejo de alojamiento y cabañas, el lago se funde con la tierra.
El límite es el bosque.
Madrugamos para equiparnos. Botas altas y aislantes, escarpines calientes, y un enorme abrigo...
A unos cuantos kilómetros del albergue quedan las perreras.
Tomamos contacto con los animales.
Casi 150 perros, que esperan ansiosos ser
ellos los elegidos para salir. Han nacido para correr.  
Saben que los trineos están listos y los ladridos llenan el aire.
También nosotros estamos nerviosos ante la nueva experiencia y aumenta la tensión.
Unas lecciones rápidas de manejo del trineo,
arreos, arneses, nudos, ordenes en francés.....
y el nudo se nos pone en el estómago....ya no hay remedio...!!!!
Mis compañeros: Susana, Felipe, Álvaro y Begoña.
Griselda, también francesa, será la ayudante del guía.
Entre los dos y otros cuidadores del centro nos ayudan a bregar con los perros.
Tenemos adjudicados sus nombres junto al nuestro en una tarjeta sobre los trineos,
que esperan en orden de marcha.
Busco los míos entre una algarabía de saltos y ladridos.
Al abrir la portilla e intentar coger al primero se me escapan otros dos entre las piernas ...salen felices del cercado intentando ser ellos los privilegiados en tirar del trineo. Nos rodean, ladran y saltan, se nos suben encima, con una alegría contagiosa.
Tal es la fuerza que tienen y sus ganas de comenzar a tirar.
Voy primera...:( 
Hoy es un día para probarnos.
Jéremy va delante, hoy en moto nieve. Griselda cierra la fila.
Preparados cada cual sobre su trineo, pisando el freno, esperamos, entre ladridos nerviosos,
saltos y tirones, que nos den la orden de salida.
Los animales arrancan con una fuerza inesperada, se tensan los cables del tiro y como un latigazo me pongo en marcha tras la moto-nieve. En ese momento se hace el silencio.
Solo se oyen las pisadas, los jadeos y deslizarse veloz el trineo.....el corazón a tope!!!
No soy capaz de pensar en nada, en las instrucciones, los consejos aprendidos.....
¡¡¡bastante tengo con no caerme!!!
Bordeamos y cruzamos lagos helados.
Los trineos cogen velocidad y nosotros confianza.
Resulta fácil sobre el llano. Ponemos en práctica la norma principal, no soltarse del trineo.
Practicamos los saltos sobre el freno y equilibrios sobre los patines... con un pie, con los dos.
Atravesamos bosques.
 Los árboles parecen demasiado juntos.
Aprendemos a esquivarlos, con un poco de técnica, parecido a esquiar.
Los perros llevan su propio ritmo. El musher tiene que leer el camino, las subidas,
bajadas, curvas y adelantarse a ellos para controlar su fuerza.
No se puede perder la concentración ni un momento.

Durante las cortas paradas nos relajamos junto a los perros.
Tienen que aprender a reconocer nuestra voz y obedecer las ordenes.
Se dejan querer y acariciar. Nosotros también.
  
¡¡¡¡Aquí estoy con mi equipo!!!! todos responden a su nombre.
Delante del tiro van los perros guía, los hermanos Charly y Chuck. Son casi iguales.
Ellos deben seguir al trineo delantero aunque se pierda de vista,
sin equivocarse en los cruces del sendero, lo que ocurre a menudo por el bosque.
Detrás van Thule y Peyolt, ellos ponen la fuerza.
Son mezcla de husky, malamute, alaskan, samoyedo...


Hacemos una larga parada de descanso para comer, en una zona habilitada junto a un lago.
Una pequeña cabaña repleta de leña, una letrina impoluta, unas parrillas ingeniosas....y un almuerzo de primera y calentito!!! 


Aprendemos la mejor manera de encender una fogata sobre la nieve.
Astillas y corteza de abedul para que prenda como el papel.
Disfrutamos del fuego.

Por la tarde, después de unos 25 km, volvemos a las perreras.
Ha sido un buen comienzo. Aunque el día ha sido frío y no ha parado de nevar,
nos hemos sentido muy a gusto.
Nos acercamos a conocer los nuevos miembros de la manada.
Desde muy pequeños aprenden a socializar con cualquiera, así resultan muy dóciles en su aprendizaje.



Nos tomamos con tranquilidad una sauna que nos deja como nuevos los magullados músculos,
seguida de un baño en "la piscinita" del lago. Fuera nieva y hay unos -10º,
El agua a punto de congelación nos parece solo fresquita!!
Después de la cena nos reunimos con una cerveza a contar las batallas del día.
Mañana saldremos para adentrarnos en el parque durante 5 días.
Adiós a la luz eléctrica, el agua corriente....wifi....pero pinta bien el plan!!!


Amanece nevando otra vez.
Metemos el mínimo de equipaje en dos petates estancos y nos vamos a comenzar la aventura.
A veces cogemos bastante velocidad. Bajando las cuestas hay que saltar sobre el freno, entre los patines, con todo el peso del cuerpo. La enorme parka que llevamos para protegernos del frio dificulta las maniobras pero seguro nos protegerá también en las caídas.
Las gafas de ventisca se cubren de nieve. No veo...
Casi no puedo soltar las manos para limpiarlas...¡¡¡aún no tengo tanta confianza!!!!
Se abre distancia entre los trineos.
Es una sensación única el quedarte solo, en silencio, lejos de todo, dependiendo de la compenetración con cuatro instintos que vuelan sobre la nieve.
Cuando los perros se frenan cuesta arriba, con el móvil y una mano,  me permito hacer alguna foto.
La cámara va protegida entre la ropa, en el petate. ¡Es tan fácil volcar con estas carreras!
Estamos bordeando la frontera con Rusia hacia el sur.
Tras una línea de postes pintados de amarillo hay un territorio de nadie.
Los soldados se dejan ver de vez en cuando al otro lado, pero hoy no aparecen.
Jéremy nos cuenta historias de  guerras pasadas.
Los finlandeses no guardan buenos recuerdos de sus vecinos.
Los perros se agitan nerviosos, saltan, ladran y tiran con fuerza para arrancar después de las paradas.
Hay que anclar bien el trineo para no perderlo.
¡¡¡Les encanta correr!!!!

La mirada azul, casi blanca, hace parecer fiero y terrible a Thule. 
Al contrario, es el perro más mimoso y cariñoso del mundo!!! 
Revolcón en la nieve....no sé quien lo disfrutó más....
La comida es cosa seria. Siempre caliente y con muchas calorías...con un toque francés!!!
Desde el campamento base nos aprovisionan diariamente. Bizcochos dulces y salados, salchichas, hamburguesas, pan, y cualquier cosa que se necesite.
Cada tarde llegamos a una cabaña de trampero distinta.
Son muy cómodas a pesar de no tener agua ni luz.
Pero hay leña de sobra y todas disponen de sauna y letrina...ambas lejos de la casa.
 Recorremos entre 40 y 50 km. diarios.
A pesar de lo que puede parecer no se hacen largos ni monótonos.
La actividad, el esfuerzo, la convivencia y las dificultades que van surgiendo
hacen imposible el aburrimiento.
"Las rutinas" de la tarde consisten en preparar a los animales para la noche.
Amarrar con orden cada tiro (algunos perros no se toleran bien y no se deben juntar),
 quitar arneses, guardar aparejos y arreos, limpiar y preparar el trineo para el día siguiente.
Después, pasar un rato tirados en la nieve, compartiendo con ellos la satisfacción
de haber superado bien los obstáculos del largo día.
Resulta muy gratificante y es una obligación que no perdonamos.
Aprovecho estos ratos para sacar la cámara y quemar carrete.

Solamente repartimos la comida cuando todo el grupo está relajado.
Cuencos de pienso y agua, todos por igual. A veces nos dejamos llevar y queremos mejorar las raciones de nuestro propio tiro. Todo nos parece poco para compensar el esfuerzo hecho.
Al final, un buen trozo de carne para cada uno, que devoran en un momento.
Griselda corta con mucha pericia las raciones de carne congelada.
Sin el apoyo diario del equipo Norwide sería imposible la intendencia.
Ellos nos llevan cada día los pesados bloques y pienso para la tropa hambrienta
que pide su rancho ladrando a coro. 


Una vez que los perros quedan atendidos,
el trabajo se reparte entre todos...partir leña, encender la chimenea y la sauna,
acarrear agua del lago...
Jéremy es buen cocinero y disfruta preparando la cena, también le hacemos de pinches.
Los demás, al terminar, recogemos por turnos .
Al final de la jornada, una infusión, un vistazo al mapa,
un rato de divertida charla y a dormir temprano.
Mañana... será otro día igual de diferente!!! 

Los perros amanecen hechos un ovillo. No parece importarles el frio. 
Con su calor hacen un hueco parecido a un nido.
Algunos días se despiertan casi tapados por la nieve. 
Este año han subido las temperaturas muy pronto,
no hace mucho frio y a los animales no les gusta.
Apenas ha helado y la nieve está muy blanda....sobre todo si vas tan cargado...

El cielo se está despejando. Se agradece el sol.
Los perros se hunden y les cuesta correr.
Jadean con el esfuerzo y comen nieve sin detenerse.
No todo es tan llano. Subimos y bajamos colinas a menudo.
Hay que  aprender a saltar del trineo en marcha, remar con un solo pie y arrimar el hombro. 
Nosotros nos hundimos y resoplamos igual que el tiro, alguna vez casi hasta la cintura, cuando pasamos por algún nevero y la nieve en polvo nos traga literalmente.
Es cuando hay que recordar la regla de oro: NO SOLTAR el trineo.
Sobra el abrigo.

Álvaro disfruta como un crio.
Felipe domina la técnica de partir astillas y Jéremy organiza el picnic. 
Griselda recoge nieve para fundir. ¡Apetece una sopa calentita!
El fuego se enciende en un pequeño bidón cortado a la mitad.
Transportamos algo de leña y no dejamos restos sobre el manto blanco.
Nos llevamos los residuos a la siguiente cabaña.
Siempre hay un contenedor para el compost.
¡Está todo pensado!

En tres días nos hemos hecho inseparables....el roce hace el cariño!!!
Thule es muy cariñoso y no pierde ocasión para restregarse.
Peyolt, el más oscuro, es muy timido, pero también se arrima mimoso.
Los dos tienen una mirada preciosa. Nunca se pelean.

Felipe, Álvaro, Susana y Yo.
Falta Begoña...es un grupo pequeño pero compacto.
Es fácil la convivencia cuando todos disfrutamos con "las pequeñas cosas"
de la naturaleza.
Jéremy dedica un buen rato todas las tardes a reparar desastres.
Cose arneses, teje cuerdas, clava y atornilla....siempre con un cigarro entre las manos!!!

Álvaro, Felipe y Griselda en la tarea de repartir la cena.
Los perros reclaman su ración con un concierto de ruidosos ladridos.

No se desperdicia nada. Siempre hay algún pequeño invitado al festín.



Al terminar la cena, empieza el coro de aullidos.
Se turnan, se corean, parece que se contestan, como una coreografía repetida cada tarde al anochecer.
Nosotros también nos unimos al coro, algo tímidos al  principio.
Poco a poco nos sentimos formar parte de esta manada formidable.
Thule, tumbado, es buen cantante y no pierde el ritmo.
Charly y Chuck  tampoco se quedan callados.


Poco a poco se va haciendo el silencio y los dejamos solos.
Ahora nos toca por fin tomarnos un descanso en la sauna.
Otro día nublado. No hay viento y disfrutamos el camino.

Aprovechamos las reparaciones para  tumbarnos y estirar.
Todo es diferente a ras del suelo.
 Felipe nos relata su ùltimo episodio, ¡¡Saltó el freno!!!

Los lagos están conectados a menudo con ríos.
El agua  y el deshielo hacen que tengamos que dar algún rodeo.



La comida es el momento de compartir experiencias y hacer fotos.
Como siempre, la cabaña está junto a un lago.
El embarcadero no es muy útil por ahora.


Cada cual a sus tareas......
Carbonero.
Hay ojos de color inverosímil.
Dos paisajes helados miran a la cámara confiados. Resultan inquietantes,
pero puedo asegurar que era uno de los perros más tranquilo y cariñoso del grupo.

 De cena, truchas asalmonadas.
Están ahumadas en una caja de hierro con virutas olorosas, sobre una hoguera,
a fuego lento, bajo la nieve....deliciosas!!!!
 Celebramos otro día, satisfechos y crecidos. Todo va bien por ahora.
Por la mañana continua nevando.
Empezar la ruta saliendo del bosque es complicado.
Los animales se han recuperado y están frescos.
Hay que sujetarse con fuerza al trineo para no caerse,
incluso hay que frenarles continuamente para no tragarse algún árbol.
Esta mañana están demasiado juntos....




Una especie de córvido muy común en la taiga, arrendajo funesto.

Cruzando un lago nos topamos con unos cuantos pescadores.
Hacen pequeños agujeros en el hielo con un berbiquí y con mucha paciencia y
una caña corta sacan buenos ejemplares.
A veces, sin avisar, los perros se frenan para hacer sus necesidades.
En lo más llano es posible caerse y  si pierdes la concentración pierdes el trineo.
Llevamos un recuento de las caídas, y va en aumento.
El resultado son algunas contusiones y cardenales en lugares poco honrosos.
 Nos damos cuenta que hay un alto riesgo en esta actividad.
Hoy hemos sufrido una serie de circunstancias encadenadas.
Varias caídas al pasar del bosque a una carretera con un altísimo talud,
un trineo a la fuga en dirección contraria...
Cuando Jeremy nos deja para intentar recuperarlo, ocurre un accidente que nunca imaginamos.
La carretera está helada y no hay forma de anclar los trineos al suelo. Optamos por engancharlos en cadena e intentar controlar los perros sujetándolos. No fue suficiente y las ganas y el instinto de seguir al guía que partía provocó un fuerte tirón que nos hizo caer unos sobre otros, arrastrandonos unos metros. Ladridos y gritos....saltaron arneses y algún collar se salió de manera imposible....
En el tumulto, el pequeño Musti  recibió la peor parte.
No sirvió el intento de reanimarle.  No hubo consuelo para nadie.
También la manada se quedó muda de golpe.

Ésta es la última noche que pasamos con la sensación de estar perdidos en la taiga.
El hielo nos rodea por todas partes. Estamos en una pequeña isla en el centro de un lago.

La rutina de llenar de agua los cubos para la sauna es una actividad llevadera
cuando luce el sol y el paisaje llena el espíritu, ya acostumbrado a estos horizontes blancos.

Nos tomamos un descanso al sol, bien merecido.
Aun quedan restos de chocolate, bombones de queso manchego, infusión de tomillo y
pastas caseras de las estupendas cocineras que nos miman a diario...
                           
Felipe se esfuerza con las astillas y hace que sea más fácil encender los fuegos.
Esa es mi tarea.
Además deja partida una buena cantidad de sobra para los siguientes viajeros.
Es una norma no escrita que se agradece cuando la cabaña está helada.




Antes de la cena nos quitamos el cansancio y relajamos tensiones en la sauna.
Después de un rato sudando a casi 90º, intentando arreglar el día, contando historias,  salir fuera se agradece. Entramos y salimos varias veces para activar el cuerpo.
Un cubo de agua caliente basta para tomar una ducha bajo las estrellas.
Es un momento esperado cada tarde y lo disfrutamos en grupo.
Hoy necesitamos el apoyo moral de todos para todos.
Esta última noche se ha despejado totalmente el cielo. 
Montamos guardia en mitad de un lago de plata, iluminados por la luna que empieza a asomar.
Esperamos ilusionados y helados ver una aurora boreal.
En la fotografía, con trípode, Felipe consigue sacar algunos colores bailando en el horizonte.
A simple vista, tenues reflejos verdes.
El frio y el cansancio nos hicieron abandonar el intento al cabo de un rato.
 El cielo estrellado mereció el esfuerzo. 
Es la ultima mañana. No quiero que el tiempo pase....
pero corre más rápido que nuestros perros.
El trineo se deja tumbado por la noche. En caso de nevada abundante,
 será más fácil levantarlo y limpiarlo.




Cuando paramos a comer, algunos jóvenes inquietos se entretienen en morder los arneses y hay que quitarlos y volverlos a poner...¡un trabajo extra!


 La nieve está muy blanda. Al abrir camino sobre un lago y empujar el trineo, Jéremy se hunde y es arrastrado un buen trecho, incapaz de levantarse, detrás de sus ocho perros, que sintiéndose libres de carga vuelan en dirección a las perreras. Saben el camino y es imposible alcanzarles. Jéremy lo intenta con otro trineo menos numeroso. A partir de ahora hay que turnarse de dos en dos en los trineos mas fuertes, compartiendo los finos patines, haciendo malabares. 


 Llegando a la civilización, un cercado para renos. No hemos visto ninguno. Ahora están desperdigados por los bosques. En verano los recogen y marcan.
 Varios km. antes de llegar a las perreras podemos oír los ladridos de bienvenida.
La entrada es apoteósica. Terminamos rápido la tarea de quitar arneses, distribuir los perros en sus puestos, recoger el equipo. Se nota el entrenamiento. No se nos escapa ni un animal.
Tardamos mucho más en despedirnos. Recorremos el recinto varias veces, deambulando, buscando pelajes, orejas rotas, manchas, ojos y miradas conocidas.
Y algunos soltamos unas lagrimillas a escondidas.




 Hacemos la foto del grupo, casi la única. No hemos tenido mucho tiempo, siempre ocupados en algo.
No han sido unas vacaciones descansadas ni fáciles pero volvería mañana a repetirlas.
Quizás...... alguien se anima?....